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Panchito Gómez: un paradigma de patriotismo para los jóvenes cubanos

Panchito Gómez: un paradigma de patriotismo para los jóvenes cubanos

(Publicado por Hernán Bosch en tiempo21.cu, diciembre 7 de 2016)

  En su corta vida, Francisco (Panchito) Gómez Toro, siguió siempre el ejemplo y cumplió las enseñanzas que recibió directamente de tres gigantes de las luchas libertarias que los cubanos libraron contra los colonialistas españoles, en la segunda mitad del siglo XIX: su padre, el Mayor General dominicano Máximo Gómez, jefe del Ejército Libertador; el Mayor General Antonio Maceo, el más brillante combatiente de aquella gesta, y el gran pensador José Martí, Héroe Nacional de Cuba.

  Panchito había nacido el 11 de marzo de 1876 en plena manigua, en la finca La Reforma, en la central provincia cubana de Las Villas, y era el cuarto hijo del Mayor General Gómez con la virtuosa y abnegada cubana Bernarda del Toro (Manana), nacida en Jiguaní, provincia de Oriente, y también como su esposo, de estirpe mambisa.

   En 1878, luego de la firma del oneroso Pacto del Zanjón que puso fin a la llamada Guerra de los Diez Años, el niño marchó con su familia a Jamaica. Tras diez años de peregrinaje, que incluyó entre otros sitios a Nueva Orleans y Honduras, se establecieron en República Dominicana, la patria natal Gómez, en una finca cercana al poblado de Montecristi.

   Abelardo Padrón, uno de los biógrafos del heroico joven, citado por el periodista Pedro Antonio García en la revista Bohemia, decía sobre Panchito: “Estudiante ejemplar. En su expediente nunca aparece un suspenso. Estudiaba y trabajaba en una firma que comerciaba café y así ayudaba al sustento familiar. Todo lo que ganaba se lo hacía llegar a su madre. Además llevaba la doble contabilidad de los negocios del padre.

  “Dominaba a la perfección el inglés y el francés. Se inclinaba a los estudios filosóficos. Tenía una letra uniforme, espaciada, firme, que a veces se parecía en los rasgos a la de José Martí.”

   Cuando tenía ya 16 años, Panchito conoció a Martí durante la visita que éste realizara en 1892 a Dominicana para entrevistarse con Gómez y preparar la próxima etapa de la guerra independentista cubana, que el Héroe Nacional llamara “Guerra Necesaria”, y desde aquel momento sintió una profunda admiración por el talento del Apóstol, a quien siempre nombraba como Maestro.

   Posteriormente, en 1894, durante la continuación de los preparativos de la nueva contienda, Gómez viajaría a Nueva York y allí dejó a su hijo, entonces con sólo 18 años de edad, bajo la tutela de José Martí.

   Panchito acompañó al Héroe Nacional durante sus viajes a Tampa, Cayo Hueso, Costa Rica, Panamá y Jamaica, lo que incrementaría notablemente su comprensión de la lucha libertaria de los mambises cubanos y su admiración por el Maestro.

   Prueba de ese afecto es que luego de la infortunada caída de Martí en Dos Ríos, en 1895, Panchito escribiría a su hermano Maxito: “¿Te acuerdas de Martí? ¡Qué grande era en las pequeñeces! […], cuando más íntimamente se le trataba, más grande se le encontraba. Así debemos nosotros ser y la línea de conducta igual en los distintos caminos por los que nos conduzca el deber”.

   Pero esa admiración también había sido reciprocada por Martí, quien llegó a decir del joven que era “ la criatura humana de menos imperfecciones que había conocido”.

   Cuando ya se había iniciado la Guerra del 95, en contra de la voluntad del joven de 19 años, Máximo Gómez decidió dejar a Panchito en Dominicana al cuidado de la familia y los negocios de su finca. Apesadumbrado por no estar en Cuba, directamente en la contienda, escribió a su padre a principios de 1896: 

   “Me avergüenzo cada día de ver cómo se me celebra por dondequiera que voy por ser el hijo de usted, sin que en realidad merezca yo tales deferencias, me siento, papá, muy pequeño, hasta que yo no haya dado la cara a la pólvora y a la muerte, no me creeré hombre. El mérito no puedo heredarlo, hay que ganarlo”.

   La decisión fervorosa que evidenciaban las palabras de su hijo, convenció al viejo combatiente, quien envió a uno de sus hombres a Dominicana para trajera a Cuba a Panchito, lo que se logró hacer, después de muchas vicisitudes, en la expedición organizada por el Mayor General Juan Rius Rivera, en el vapor Three Frinds, que desembarcó por las costas de Pinar del Río el 8 de septiembre de 1896.  

   Según señala la enciclopedia digital cubana EcuRed (ecured.cu), fue designado ayudante del Mayor General Antonio Maceo y asistió a los combates de Montezuelo y Tumbas de Estorino el 24 y 26 de septiembre de 1896, pero su bautismo de fuego resultó ser el de Ceja del Negro el 4 de octubre de 1896, pues fue “donde disparé al enemigo por primera vez”, como diría después en una carta a su madre.

   A este enfrentamiento siguieron los de Galalón, El Rubí y El Rosario. El primero de diciembre de 1896 fue ascendido a capitán, y en la acción de Bejerano (también conocida como La Gobernadora), el 3 de diciembre de 1896, recibió una herida en el hombro izquierdo, pero ya al día siguiente acompañó a Maceo en el cruce de la trocha de Mariel a Majana.

   Sólo tres cuatro días después de resultar herido, se produjo el infausto combate de San Pedro, el 7 de diciembre de 1896, por lo que recibió la orden de mantenerse en el campamento, pues tenía un brazo en cabestrillo debido a la herida.

   A pesar de ello, al conocerse la caída de su jefe, partió hacia adonde éste se encontraba, y cayó a su lado, mientras las tropas cubanas intentaban rescatar el cadáver del Mayor General Antonio Maceo. Tenía solamente 20 años de edad cuando pasó a integral la larga lista de los héroes y mártires de la Patria.

  Panchito Gómez Toro legó a los cubanos, y sobre todo a los más jóvenes, un proverbial ejemplo de patriotismo y fidelidad.


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