Fidel: un genio universal
(Publicado por Hernán Bosch en tiempo21.cu, noviembre 29, 2016)
Sólo algunos ignorantes, intelectuales mediocres, reaccionarios acérrimos o aferrados enemigos de la igualdad entre los hombres y los pueblos, pueden desconocer o demeritar la genialidad filosófica de Fidel Castro.
También, los cubanos «del montón», como decimos popularmente, nos hemos acostumbrado a valorarlo solamente como el promotor de la Revolución Cubana que nos dio justicia, igualdad, salud y educación gratuitas para todos o desarrollo cultural y deportivo, o el valiente gobernante capaz de enfrentar durante más de medio siglo la obstinada oposición del más poderoso imperio de la historia, o el inspirador y principal gestor junto a Hugo Chávez del movimiento por la integración de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe.
Sin embargo, en las horas transcurridas desde su desaparición física, no de sus ideas, que estoy seguro la historia valorará en su justa dimensión, la cantidad de materiales transmitidos por la radio y la televisión nacionales, y por diversos medios de difusión internacionales, han recordado a quienes peinamos canas o evidenciado para los más jóvenes, el alcance universal del pensamiento del líder de la primera revolución socialista del hemisferio occidental.
Sus intervenciones medulares en foros tan importantes como las asambleas de la ONU, las reuniones de los Países No Alineados o las Cumbres Iberoamericanas, entre otros, nos recuerdan o nos evidencian que la anchura filosófica de las ideas de Fidel sobrepasa con creces el marco de un país e incluso, de un continente.
Para aquilatar la trascendencia de sus ideas sobre el presente y el futuro de la humanidad, me perecen insuficientes, incompletas, las citas textuales de partes de sus discursos. Hay que leerlos, releerlos o escucharlos completos, en su integralidad orgánica y filosófica.
Y es que Fidel no se limitó, en su larga y sistemática lucha por más de medio siglo en defensa de los desposeídos, a abordar problemas que sólo atañen a los cubanos y americanos, dicho esto último en un sentido continental.
Su prédica revolucionaria, visionaria y filosófica fue mucho más allá.
Los vitales problemas de la preservación del medio ambiente para la existencia de la humanidad, sobre los cuales fue el primero en alertar en la Cumbre en torno a esa temática efectuada en Río de Janeiro en 1992, el intercambio desigual entre los países desarrollados y subdesarrollados y la necesidad de reordenar la Organización de Naciones Unidas para que cumpla sus funciones como organismo representativo de los intereses de todos los países del mundo, fueron, entre otros, temas esenciales en los cuales se centró y brilló la valiente oratoria del líder cubano.
Ello lo convirtió en uno de los más preclaros gobernantes del mundo, y su filosofía, sus ideas, quizás ahora más que nunca, tienen un alcance universal que sólo la historia podrá aquilatar en toda su magnitud.
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