Inmarcesible en su cumpleaños 80, el ejemplo de Camilo ilumina a su pueblo
Publicado en tiempo21.cu, el 6 de febrero de 2002
Hay en Cuba un día del año en que los mares que la rodean, sus ríos, presas y arroyos se cubren de flores para homenajear a un hombre cuyo recuerdo no se marchitará nunca.
Esa fecha es el 28 de octubre, y ese hombre se llamó, se llama, Camilo Cienfuegos, un titán que ocupa un sitial muy alto en el Olimpo imperecedero de los héroes y mártires de la Patria.
Precisamente este lunes cumpliría 80 años el inolvidable Comandante, pues había nacido, de padres españoles, en el reparto Lawton, en La Habana, el 6 de febrero de 1932.
Desde 1954, el joven Camilo se integró de lleno a la lucha estudiantil contra el régimen tiránico de Fulgencio Batista, y durante una de las manifestaciones que organizaban los estudiantes fue herido y fichado por los cuerpos represivos del dictador.
Perseguido y sin trabajo decide irse al exilio, por lo que viaja a la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, de donde fue expulsado por las autoridades migratorias al vencerse su permiso de residencia, y tiene que viajar a México.
Durante su estancia en esa nación logra establecer contacto con Fidel Castro, quien había liderado el histórico Asalto al cuartel Moncada en 1953 y, luego de guardar prisión junto a varios de sus compañeros, organizaba en el país azteca una expedición revolucionaria que regresaría a Cuba para continuar la lucha armada por su liberación.
Camilo fue uno de los últimos elegidos para integrar el grupo de 82 hombres que, en el Yate Granma, desembarcaría en las costas cubanas el 2 de diciembre de 1956 para emprender en la oriental Sierra Maestra la última y definitiva etapa de la larga y azarosa revolución cubana, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en 1868 contra el colonialismo español y culminada exitosamente el primero de enero de 1959.
Tres días después del desembarco en Cuba, recibe su bautismo de fuego junto a sus compañeros en Alegría de Pío, donde los expedicionarios, extenuados por el hambre y penosas caminatas entre manglares y pantanos, fueron sorprendidos por fuerzas de la tiranía y se ven obligados a dispersarse.
Reunidos nuevamente los principales hombres de la expedición y con el refuerzo de algunos campesinos que se fueron integrando a la incipiente tropa rebelde, ya el 28 de mayo de 1957 se realiza el victorioso combate de El Uvero, calificado luego por el inolvidable Guerrillero Heroico, comandante Che Guevara, como la acción que marcó la mayoría de edad de Ejército Rebelde.
Ya en aquella fecha, Camilo ostentaba el grado de teniente y dirigía un pelotón, méritos que fue incrementando progresivamente al ser nombrado jefe de la vanguardia en la columna número 4, creada en 1957 bajo el mando del Che, con quien establece una entrañable amistad que se prologó hasta el final de su vida.
Combates como los de de Bueycito, El Hombrito, Pino del Agua y otros mostraron la valentía y el arrojo sin par de Camilo, que contribuyeron a ganarle el apelativo de "Señor de la Vanguardia" y decidieron que, el 26 de abril de 1958, fuera ascendido por Fidel al grado de comandante.
Más avanzada la lucha armada le fue asignada la tarea de dirigir la columna invasora número 2 "Antonio Maceo", la cual partió de la Sierra Maestra hacia la parte occidental de la Isla en agosto de 1958 y que, junto a la columna ocho "Ciro Redondo" al mando del Che Guevara, extendió hacia el occidente del país las acciones militares que habían comenzado en la provincia de Oriente.
Liderada por Camilo Cienfuegos se lleva a cabo la toma de la ciudad de Yaguajay, una acción decisiva en el golpe final del Ejército Rebelde para debilitar las fuerzas represivas del tirano Fulgencio Batista. Su brillante desempeño en esta batalla le granjeó el sobrenombre de "El Héroe de Yaguajay".
Luego del triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959, ocupó el cargo de jefe del Ejército Rebelde, combatió contra los levantamientos contrarrevolucionarios y participó también en la Reforma Agraria.
Un duro golpe para la naciente Revolución resultó la desaparición física del invicto comandante el 28 de octubre de ese año, apenas 10 meses después del triunfo, en un lamentable accidente aéreo mientras regresaba de Camaguey a La Habana, luego de cumplir una misión militar encomendada por el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Afable y jaranero, con la jocosidad que caracteriza al cubano “de pueblo”, sus virtudes de hombre sencillo, carisma natural, proverbial valor y fidelidad a toda prueba a la Revolución y a su líder histórico, le hicieron merecedor de un cariño imperecedero del pueblo cubano.
Por ello, este 6 de febrero, al cumplirse el aniversario 80 de su natalicio, la figura paradigmática de Camilo ilumina aún, y guiará por siempre, inmarcesible, los esfuerzos por construir un futuro cada vez mejor para su Patria.
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