El intrépido y enigmático Cristóbal Colón
Publicado por Hernán Bosch en tiempo21.cu el 20 de mayo de 2001)
Aunque su descubrimiento fue accidental y no programado, hay que reconocer a Cristóbal Colón la audacia de haber emprendido en una época tan lejana aquel viaje largo, imprevisible y riesgoso por el Océano Atlántico que lo llevó a «tropezar» con América en 1492, cuando su intención original era llegar a la India navegando desde Europa hacia el occidente.
Es cierto que no fue el primero, pues está probado que los vikingos lo habían hecho siglos antes que él, pero los grandes navegantes nórdicos se limitaron a llegar a algunas tierras de Norteamérica (Groenlandia y Terranova) sin establecerse de forma permanente ni divulgar la noticia de su descubrimiento, por lo que el hallazgo quedó sin consecuencias hasta los tiempos de Colón.
Sin embargo, el intrépido y avaricioso genovés realizó después de su regreso a Europa otros tres viajes que marcaron el camino y abrieron las puertas al inicio de la trascendental «colonización» de los amplios y ricos territorios del «Nuevo Mundo», iniciada por España y que luego continuarían Portugal, Inglaterra, Francia y otras potencias europeas de la época.
Es necesario precisar que el histórico descubrimiento de Colón fue accidental, porque aunque él partió de la idea acertada y aceptada por muchos ya en esa época de que la tierra era redonda y navegando hacia el occidente se podría llegar a las costas de Asia, erró los cálculos sobre la magnitud del perímetro terrestre, y desconocía, por supuesto, que el continente americano se interponía en su camino.
Según una síntesis biográfica de Colón publicada en el sitio digital biografíasyvidas.com, «una serie de cálculos erróneos le habían hecho subestimar el perímetro terrestre y le llevaron a suponer, en consecuencia, que Japón se hallaba a 2.400 millas marinas de Canarias, distancia que, en realidad, es la que separa a las Antillas del archipiélago canario». Ello ocasiona su «encuentro» con el continente americano en 1492.
Pero no son las discusiones históricas sobre el descubrimiento de América o el «encuentro entre dos mundos», como se ha dado en llamar por algunos especialistas en los últimos tiempos, el objeto de este artículo, que tiene como fin destacar algunos datos biográficos y rasgos de la controvertida y enigmática personalidad de Cristóbal Colón (Cristóforo Colombo, en italiano), en ocasión de cumplirse el aniversario 510 de su fallecimiento en Valladolid, España, un día como hoy, 20 de mayo, de 1506.
Aunque la mayoría de sus biógrafos e investigadores coinciden en que nació en Génova, existen otras muchas teorías. Hasta su propio hijo, Hernando Colón,contribuyó a enriquecer las disputas sobre el tema al afirmar en su obra «Historia del Almirante Don Cristóbal Colón» que su progenitor no quería que fuesen conocidos su origen y patria.
Pero los enigmas de Colón -que luego es caracterizado por algunos biógrafos como «hombre polémico y misterioso»-, comienzan desde la fecha de su nacimiento, que no ha sido definida con precisión, pues aunque la mayoría dice que fue en 1451, otros afirman que ocurrió en 1456. Incluso, debido a las amplias discrepancias existentes al respecto, la enciclopedia digital española Wikipedia (wikipedia.org) sitúa la fecha entre 1436 y 1451.
Génova era un importante centro del comercio marítimo, lo que le posibilitó al joven Colón enrolarse en barcos de las grandes compañías navieras de la ciudad y realizar diversos viajes mercantiles por el Mediterráneo, en los cuales aprendió, en la práctica sobre cubierta, el oficio del mar y, a los 20 años, era ya un buen marinero.
El ya citado sitio digital (biografiasyvidas.com) indica que «en 1476 naufragó la flota genovesa en la que viajaba, al ser atacada por corsarios franceses cerca del cabo de San Vicente (Portugal); desde entonces Colón se estableció en Lisboa como agente comercial de la casa Centurione, para la que realizó viajes a Madeira, Guinea, Inglaterra e incluso Islandia (1477).
Luego se dedicó a hacer mapas y a adquirir una formación autodidacta: aprendió las lenguas clásicas, que le permitieron leer los tratados geográficos antiguos (teniendo así conocimiento de la esfericidad de la Tierra, defendida por Aristóteles o Tolomeo y comúnmente aceptada entre los estudiosos del siglo XV), y empezó a tomar contacto con los grandes geógrafos de la época (como el florentino Toscanelli)».
Algunos investigadores aseguran que Colón tuvo noticias de la existencia de tierras por explorar al otro lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o nórdicos (o de los papeles de navegación de su propio suegro, colonizador de Madeira).
Lo cierto es que, hacia 1480, Colón estaba decidido a acometer la empresa de abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de que la Tierra era redonda, y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es y de ignorar la existencia del continente americano, que se interponía en la ruta proyectada.
Luego de varias gestiones infructuosas, Colón logró que la reina Isabel la Católica aprobara su proyecto, al firmar las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su arriesgada empresa.
Obtenida la financiación necesaria, y contando con la valiosa ayuda de Martín Alonso Pinzón, Colón armó una flotilla de tres carabelas (La Pinta, La Niña y la Santa María) con las que partió del puerto de Palos (Huelva) el 3 de agosto de 1492, y arribó a la isla de Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12 de octubre de 1492.
Por primera vez (sin contar la gesta intrascendente de los vikingos) un grupo de europeos pisaba tierras americanas, aunque ni Colón ni sus tripulantes eran conscientes de ello. En aquel viaje descubrió también a Cuba y La Española (Santo Domingo), e incluso construyó en esta última un primer establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa María (el fuerte La Navidad). Persuadido de que había alcanzado las costas asiáticas, regresó a España con las dos naves restantes en 1493, y en años posteriores realizó sus otros tres viajes al «Nuevo Mundo».
El resto de la historia es bien conocida y tiene como resultado más significativo la colonización y saqueo de las riquezas de los territorios de América por las potencias europeas, que impusieron su dominio político, económico, cultural y religioso sobre las comunidades locales, proceso en el que paradójicamente coincidieron sentimientos y hechos tan contradictorios como el heroísmo de las hazañas marítimas y la barbarie, la evangelización y la explotación o exterminio de los indígenas, el ideal humanitario y la lucha por el oro y el poder.
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