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Dihígo: el pelotero más completo de la historia

Dihígo: el pelotero más completo de la historia

(Publicado por Hernán Bosch en tiempo21.cu, 20 de mayo de 2016)

Cuando un pelotero juega bien a la defensa en dos, tres o cuatro posiciones, fundamentalmente en el cuadro, se dice que es un buen «utility», un jugador «versátil», con lo que se subraya que es un hombre valioso para cualquier equipo.

Imagínese usted, amigo lector, cómo habrá que calificar a un jugador del cual todos los que tuvieron el privilegio de verlo actuar destacan que era excelente en cualquiera de las nueve posiciones defensivas del béisbol, es decir, comenzando por la receptoría, las cuatro restantes del cuadro, los tres jardines y el montículo del lanzador.

Añada usted a esa excepcional y portentosa virtud, la de ser un formidable bateador, tanto por sus altos promedios (average) como por la cantidad de extrabases conectados y carreras impulsadas.

Todos estos prodigiosos atributos le posibilitaron a Dihígo brillar de forma rutilante durante las décadas de los años 20, 30 y 40 del pasado siglo no sólo en la pelota profesional cubana, sino también en la de México, Puerto Rico, Venezuela, Dominicana y en las Ligas Negras de Estados Unidos.

Entre los hechos más sobresalientes de su exitosa carrera figura el haber sido el único pelotero elevado al Salón de la Fama en tres países: Cuba (1951), México (1964) y Estados Unidos (1977, post mortem).

Debido al color de su piel, el fenomenal negro Martín nunca pudo participar en el béisbol de las Grandes Ligas, pero en las llamadas  Ligas Negras de Estados Unidos logró como lanzador más de 260 victorias y bateó a sus anchas, mientras en Cuba sumó 106 triunfos con sólo 59 fracasos y en México su récord fue de 119-57, y también se impuso como bateador.

Pero ahí no acaban las proezas del «todo terreno» Martín Dihígo, que ha pasado a la posteridad con los bien ganados epítetos de «El Inmortal» y «El Maestro», este último surgido durante sus exitosas campañas en la nación azteca.

En dos ocasiones logró terminar una campaña nada menos que como ¡ líder de los bateadores y también de los lanzadores !

 

 

 

Durante 1938, en México, estableció un récord sin precedentes con Las Águilas de Veracruz, al conquistar el campeonato de los bateadores con average de 387, y barrer en el departamento de pitcheo, en el cual obtuvo los títulos de ganados y perdidos con 18-2, porcentaje de carreras limpias permitidas (0.90) y total de ponches (184).

En Cuba (temporada 1935-36) logró similar hazaña al guiar como manager del equipo a los Leopardos del Santa Clara a la conquista del campeonato y, como si eso fuera poco, obtuvo nueve liderazgos individuales, incluyendo la corona de los bateadores (359 de average) y de los lanzadores (11 triunfos-2 derrotas).

El 16 de septiembre de 1937 protagonizó otro hecho espectacular en la Liga Mexicana, cuando lanzó el primer juego de cero hit-cero carrera logrado en ese país, al blanquear 4-0 al equipo Nogales.

Todo este impresionante número de proezas deportivas fue reconocido por muchos prestigiosos directivos y peloteros en los países en que se desempeñó El Inmortal. A manera de ejemplo, vamos a citar sólo dos de esas valoraciones:

El prestigioso pelotero negro Cool «Papa» Bell, quien jugó junto a Martín en las Ligas Negras estadounidenses, expresó en una ocasión: «Dihígo fue el jugador más completo que vi. Una superestrella en la posición que jugara. Algo así como un Oscar Charleston en el center field, un Judy Johnson en tercera, Buck Leonard en primera o un Henry Sam Lloyd en el campo corto. Fue el mejor entre todos nosotros y cuando lanzaba generalmente ocupaba entre el tercer y quinto turno en el orden al bate».

Por su parte Al Campanis, quien fuera vicepresidente de los Dodgers de Los Ángeles, lo comparó en calidad y grandeza con estrellas superfamosas como Ted Williams, Joe Dimaggio y Babe Ruth, y opinó de forma concluyente sobre Dihígo en estos términos: «Era el pelotero más completo que he conocido».

Este 20 de mayo de 2016, al cumplirse el aniversario 45 del fallecimiento en Cienfuegos de Martín Dihígo, El Inmortal, sirvan estas líneas como un modesto homenaje a una estrella que brilló con luz propia y de manera deslumbrante entre la pléyade de los más grandes peloteros de la historia.

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