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Béisbol cubano: atractivo y masivo espectáculo, con creciente rivalidad e injusticias mantenidas

Béisbol cubano: atractivo y masivo espectáculo, con creciente rivalidad e injusticias mantenidas

(Publicado por Hernán Bosch en tiempo21.cu, mayo de 2012)

Cuando ya finaliza la edición número 51 de las Series Nacionales del béisbol cubano, quisiéramos referirnos a algunos aspectos sobresalientes de este campeonato, que constituye el más masivo espectáculo disfrutado año tras año por la población de Cuba, y no en balde es llamado el mayor pasatiempo nacional.

En primer lugar, tanto la etapa clasificatoria, ahora con 17 equipos, como la fase de play off o post-temporada, han sido seguidas por millones de aficionados, que no sólo abarrotan los estadios de las ahora 15 provincias del país, sino que ven o escuchan los partidos en la televisión y la radio. La afición cubana es, sin dudas, apasionada y fiel a su deporte nacional.
Los dos últimos torneos, en especial, han puesto de manifiesto el crecimiento cualitativo experimentado por varias selecciones anteriormente sotaneras, lo que ha propiciado una mayor rivalidad entre los conjuntos que representan a cada provincia y al municipio especial de Isla de la Juventud.
Baste decir que en las dos últimas series, las números 50 y 51, sólo uno de los llamados “cuatro grandes” de la pelota cubana, ha podido llegar con vida a la etapa semifinal de la campaña: Pinar del Río, que resultó campeón en la edición 50, e Industriales, que luchará en la 51 por el título ante Ciego de Ávila, luego de su descalabro del pasado año, cuando no clasificó y se ubicó en el décimo escaño.
Santiago de Cuba, junto a Industriales uno de los dos equipos con mayor cantidad de títulos en la pelota cubana, lleva dos temporadas sin poder siquiera acceder a los play off, mientras Villa Clara, sempiterno clasificado, no ha podido ganar un campeonato en los últimos 17 torneos.
Mientras tanto, equipos que en años anteriores eran tradicionales ocupantes de posiciones sotaneras, como Ciego Ávila, Matanzas, Cienfuegos, Granma y Las Tunas, han experimentado en las últimas temporadas notables mejorías.
Los avileños ya fueron subcampeones en la serie pasada y en la que finaliza volverán a discutir el título, esta vez frente a Industriales, mientras los cienfuegueros ya fueron terceros en la edición 50, los matanceros sorprendieron a todos los especialistas al escalar desde el lugar 14 en la anterior al tercero en la actual, serie en la cual los granmenses repitieron su cuarto escaño de la precedente y los tuneros ascendieron del puesto onceno al sexto.
Este repunte de “los de abajo”, ha incrementado, incuestionablemente, la rivalidad en el campeonato de la pelota cubana, en el cual ya no hay prácticamente nadie que pueda darse como “asegurado” para la fase final.
Pese a estos halagüeños avances, en la serie que ahora finaliza cobraron ribetes alarmantes algunas incongruencias que ya habían tenido algunas manifestaciones en campañas anteriores, pero en esta ocasión fueron tan evidentes que provocaron un fuerte rechazo entre algunos especialistas y muchos aficionados.
Nos referimos a las dos “zonas” (a las que algunos erróneamente se refieren como si fueran dos “ligas”) y al sistema clasificatorio para acceder a la post-temporada.
Desde mediados de febrero, cuando concluyó la primera mitad del campeonato, veníamos alertando sobre la posibilidad de que en esta oportunidad se quedara fuera de los play off uno o más equipos de la zona oriental, que sumara en la clasificatoria más victorias y menos derrotas que un clasificado en la occidental. Y ello sucedió al final, cuando Santiago de Cuba (53 triunfos- 43 derrotas), con cuatro victorias más y tres fracasos menos que Sancti Spíritus, tuvo que ver los toros desde la barrera, mientras los espirituanos habían clasificado desde que ganaron su juego 48.
Argumentábamos que, si se juega por el sistema “todos contra todos”, en el cual cada equipo se enfrenta en seis ocasiones a sus ahora 16 rivales; si se lucha en los mismos terrenos, con las mismas pelotas y bates, con el mismo reglamento, ¿no sería lo más justo que clasificaran para la fase final los ocho mejor ubicados, representen al territorio que representen? El más elemental sentido común así lo indica.
Añadíamos que en Cuba no existen, como en otros países, dos o más “ligas”, sino una sola, por lo que no resultaba razonable que, en aras de mayor rivalidad, de que en la final se enfrenten un equipo de occidente y uno de oriente, se niegue la posibilidad de que, por ejemplo, en alguna ocasión, discutan el título nacional del béisbol Pinar del Río y Artemisa, o Matanzas-Cienfuegos, o Santiago de Cuba-Guantánamo, por el solo hecho de que “pertenecen a una misma zona”. Los mejores equipos de cada temporada deben tener el derecho de discutir campeonato, representen al territorio que representen.
Lo único realmente justo – concluíamos - es que a los play off acudan los ocho equipos que mejores resultados obtengan en la fase clasificatoria, y el campeonato sea disputado, en cada Serie Nacional, por los dos equipos que salgan triunfadores de esos play of”, independientemente de que sean de una u otra parte del país. De todas formas, la discusión del título será siempre un gran espectáculo que complemente el que, de por sí, es el largo calendario regular de nuestro mayor pasatiempo nacional.
Hay otro tema muy controvertido en nuestros campeonatos, que ha cobrado especial vigencia en el actual, con 17 equipos, luego de varios años con 16.
Resulta incuestionable, por supuesto, el derecho que tienen las nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque a ser representadas en la Serie Nacional por un equipo, al igual que sus homólogas del resto del país, con la excepción de la capital, que presenta todos los años dos conjuntos: uno que la representa literalmente, Industriales, integrado por los mejores peloteros de La Habana, y otro, Metropolitanos, que a todas luces sirve de cantera o “trampolín”, para formar, jugando en el campeonato nacional, a jóvenes talentos que luego de desarrollarse engrosan las filas del equipo principal.
Eso sí resulta cuestionable, pues otorga a Industriales una ventaja adicional sobre los restantes conjuntos provinciales, además de la que ya posee históricamente: haber participado con ese nombre, en representación de la capital, en 50 de las 51 series efectuadas desde 1962 hasta la fecha, mientras las restantes provincias del país sólo tienen equipos representativos a partir de la serie número 17, jugada en los años 1977-78, luego de la nueva división político-administrativa de la nación.
Sin desconocer la indiscutible calidad del béisbol capitalino, debe reconocerse que estas ventajas han contribuido mucho para que Industriales sea llamado constantemente por sus parciales y defensores “el equipo insignia” y “el mayor ganador de títulos” de la pelota cubana.
¿Nadie se ha dado cuenta, o es que nadie quiere destacar que el equipo representativo de la provincia de Santiago de Cuba, con 15 series menos jugadas que Industriales, tiene ocho campeonatos en 35 torneos, lo que resulta proporcionalmente similar y tan meritorio como los 12 de los capitalinos en 50 oportunidades, máxime si se toma en cuenta que en los primeros campeonatos ganados por los azules sólo participaron cuatro o seis equipos?
En torno al tema de los dos conjuntos, me parece más razonable y justo que la capital, por poseer cerca de 2,2 millones de habitantes, más del doble de los que tienen las provincias que le siguen en total de población, Santiago de Cuba y Holguín (las cuales apenas superan el millón), fuera representada por dos equipos de calidad pareja, cuyos peloteros se escogieran por selección alterna, es decir, que en ellos militaran, en igualdad de condiciones, los mejores receptores, inicialistas, intermedistas, torpederos, antesalistas… y así sucesivamente con los jardineros y lanzadores de la capital, y no, como ha sido hasta ahora, un equipo “macho” y otro para desarrollar peloteros.
Son sólo algunas modestas opiniones que queremos compartir con nuestros usuarios, y que ojalá alguien considere a la hora de analizar los cambios que, más temprano que tarde, deberán introducirse en nuestras series nacionales de béisbol.

 

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