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Cuba en Londres-2012: alegrías e insatisfacciones

 

 (Publicado en tiempo21.cu)

La trigésima edición de los Juegos Olímpicos, que acaba de finalizar en Londres, ha dejado en la amplísima y conocedora afición deportiva cubana una evidente mezcla de alegrías e insatisfacciones.

Es cierto que en la capital británica se lograron tres títulos más que en los juegos de Beijing (5-2) y se subió del lugar 28 al 15 entre las cerca de 200 naciones participantes, con lo que Cuba se ubicó a la cabeza de Iberoamérica en el medallero general, por encima de naciones mucho más pobladas y desarrolladas como España, Brasil, Argentina y México.

Los desempeños del tirador Leuris Pupo, la judoca Idalys Ortiz, el luchador Mijaín López y los boxeadores Ronniel Iglesias y Robeisys Ramírez, quienes subieron a lo más alto del podio, causaron una explosión de júbilo entre los cubanos, y también emocionantes fueron para todos las medallas de plata conseguidas en buena lid por la joven pertiguista Yarisley Silva y los judocas Yanet Bermoy y Asley González y las bronceadas de Lázaro Alvarez y Yasnier Toledo (boxeo), Robelis Despaigne (taekwondo), Iván Cambra (pesas), Leonel Suárez (decatlón) y Liván López (lucha).

Pero no debemos dormirnos sobre los laureles. Esos resultados siguen siendo pobres aún, si se toma en consideración que pese al incremento en los títulos, el total de preseas alcanzadas (14) fue muy inferior a las logradas en Beijing (24).

No obstante, el avance en cuanto al total de medallas doradas y a la posición final por naciones constituye sin dudas un aliciente, y ojalá marque un punto de viraje hacia lo alto, luego de la espiral de descenso que ha registrado Cuba en los Juegos Olímpicos desde que, en Barcelona-92, se alcanzara una actuación histórica que asombró al mundo: el quinto lugar por países, con 13 medallas de oro, seis de plata y 11 de bronce.

A partir de entonces comenzó una etapa de bajada continua, al caer hasta el octavo lugar en Atlanta, con nueve preseas doradas, ocho plateadas y ocho bronceadas, al noveno puesto en Sidney (11-11-7), el onceno en Atenas (9-7-11), hasta casi tocar fondo en Beijing, donde se ocupó el lugar 28, debido a que se obtuvieron apenas dos medallas de oro, 11 de plata e igual cantidad de bronce.

Resulta incuestionable que hay factores de los llamados “objetivos” que en las últimas décadas han conspirado seriamente contra el avance del fuerte movimiento deportivo cubano, como la desintegración del campo socialista en los primeros años de los 90 del pasado siglo, el recrudecimiento del bloqueo al que es sometida la Isla por Estados Unidos, y la crisis económica que afecta al mundo, situaciones que, en conjunto, han limitado mucho la adquisición de recursos materiales, la participación en los topes y eventos internacionales, entre otros elementos que obstaculizan no sólo el desarrollo de la economía cubana en general, sino también del deporte.

A ello se unen la participación cada vez más activa de atletas profesionales en las Olimpiadas y otros torneos deportivos, y el robo de talentos al que someten a las naciones pobres o en desarrollo los países más poderosos del planeta.

Sin embargo, también resulta innegable que, como en cualquier otra actividad humana, en el deporte influyen significativamente los denominados factores “subjetivos”, que no dependen fundamentalmente de recursos, sino de la voluntad, la dedicación y la eficiencia del trabajo de los hombres, en este caso los federativos, técnicos y atletas, lo que incluye la superación y especialización de éstos, todo lo cual es de singular importancia para garantizar el cumplimiento y calidad de los planes de entrenamiento, el desarrollo de un adecuado programa de captación de talentos para cada especialidad y la motivación y estimulación de los deportistas, entre otros aspectos.

En tal sentido, no pocos nos preguntamos: ¿en qué medida influyen cada uno de los mencionados factores objetivos y subjetivos en los casos como el del lamentable y vertiginoso descenso en sus resultados de deportes como el atletismo, que fue históricamente, junto al boxeo, una de las dos “locomotoras” del deporte cubano en las más importantes competencias internacionales? ¿A qué se debe el repentino declive de atletas que llegaron a estar en la élite mundial en sus especialidades, como es el caso de la multimedallista saltadora Yargeris Savigne, bicampeona mundial, o los también laureados triplistas cubanos? ¿Por qué, contando Cuba con una cadena de desarrollo deportivo bien estructurada desde las edades escolares, hace ya muchos años que “no se encuentran” velocistas que puedan ser émulos de Figuerola o Leonard, por sólo mencionar dos casos, mientras abundan en pequeños países caribeños que cuentan con menos habitantes, infraestructura y personal calificado? Esta última situación también ya se manifiesta con fuerza en el salto de altura y en el área de lanzamientos, por sólo mencionar dos casos.

Muchos aficionados al deporte en Cuba se hacen y formulan públicamente a menudo esas y otras muchas preguntas relacionadas con el descenso que innegablemente han experimentado los resultados del país en las últimas competencias internacionales de nivel.

Sobre este tema, coincidimos plenamente con dos de los comentaristas de la Televisión Cubana que transmitieron a todo el pueblo las principales incidencias de la Olimpiada de Londres, quienes insistieron en la necesidad de que se haga un análisis profundo de las causas que influyen en casos como el de Yargeris Savigne.

Nos permitimos sugerir que ese análisis se haga extensivo, e incluya a todas las ramas y especialidades deportivas.

Evidentemente, y pese a las mencionadas limitaciones económicas, Cuba puede y debe alcanzar más de lo que logró en Londres.

 

 

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