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Finlay: principal precursor en la batalla contra el mosquito Aedes aegypti

Finlay: principal precursor en la batalla contra el mosquito Aedes aegypti

(Publicado por Hernán Bosch en tiempo21.cu, agosto 14 de 2016)

El 14 de agosto de 1881, hace hoy 135 años, el epidemiólogo cubano Carlos Juan Finlaylegó a las ciencias médicas un aporte trascendental, al presentar ante la Real Academia habanera su trabajo «El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla», en el cual, mediante una serie de precisas deducciones a partir de los hábitos de las diferentes especies de mosquitos existentes en La Habana, indicó correctamente que el agente trasmisor de la fiebre amarilla era la hembra de la especie de mosquito Aedes aegypti.

Esta investigación fue publicada, en el mismo año 1881, en los Anales de la referida Academia.

Ya seis meses antes de esa fecha, el 18 de febrero de 1881, en una conferencia sanitaria internacional celebrada en la capital de los Estados Unidos, (a la cual asistió como miembro de la delegación española, en representación de Cuba y Puerto Rico), Finlay había explicado que, al no ajustarse el modo de propagación de la fiebre amarilla a los esquemas del contagionismo y del anticontagionismo, era preciso postular «un agente cuya existencia sea completamente independiente de la enfermedad y del enfermo, capaz de trasmitir el germen de la enfermedad, del individuo enfermo al sano», con lo cual dejó expuesta la esencia de su teoría sobre la forma de transmisión de la fiebre amarilla.

Sin embargo, el científico cubano debió afrontar varios obstáculos para probar sus teorías e incluso sufrió el intento de usurpación de su principal aporte a las ciencias médicas.

Es cierto que, anteriormente, médicos de diferentes países habían sospechado del mosquito como ente propagador de la enfermedad, pero ninguno había supuesto, hasta entonces, que transmitiera enfermedad alguna de persona a persona, y nadie había propuesto una identificación taxonómica de la especie considerada transmisora.

Sólo la identificación precisa del posible agente abrió la posibilidad de comprobar experimentalmente la teoría de Finlay.

Dos décadas después de las conclusiones a las que llegó el eminente epidemiólogo cubano, en el año 1901, Walter Reed, un médico del ejército de Estados Unidos que ocupaba a Cuba en esa época, dirigió una serie de meticulosos experimentos que reafirmaban la función del mosquito Aedes aegypti como agente transmisor de la fiebre amarilla, entre otras valiosas investigaciones que hay que reconocerle.

Reed, sin embargo, trabajó dentro del paradigma formulado por Finlay y con la especie de mosquito identificada por éste y, en realidad, se limitó a corroborar de manera rigurosa la teoría del científico cubano.

No obstante esa inobjetable verdad, de algunas cartas escritas por Reed se deduce que llegó incluso a convencerse de que era no ya el verificador, sino el autor de la teoría claramente formulada por Finlay veinte años antes, y se refería a ella como «mi teoría».

En los Estados Unidos se elevó a Reed, injustificadamente, al rango de «descubridor de la causa de la fiebre amarilla», sobre todo después de su fallecimiento en 1902.

Pese a los reseñados obstáculos, debido a sus valiosas investigaciones y aportes científicos, Carlos Juan Finlay fue propuesto en varias ocasiones para el Premio Nobel y recibió innumerables distinciones y reconocimientos, entre ellos el establecimiento del 3 de diciembre, fecha de su natalicio, como Día de la Medicina Latinoamericana.

El invaluable aporte del investigador cubano ha cobrado, incluso, mayor fuerza en los tiempos actuales, cuando en varios países del mundo se batalla incansablemente para eliminar el Aedes aegypti, pues está más que probado que es también el transmisor de otras enfermedades como el dengue, el zika y la chikungunya, que hoy azotan a varios países, fundamentalmente en el continente americano.

Cuba entre la vanguardia mundial en tratamiento de la diabetes

Cuba entre la vanguardia mundial en tratamiento de la diabetes

(Publicado en tiempo21.cu, octubre 14 de 2012)

Pese al bloqueo económico y financiero que le ha impuesto Estados Unidos durante más de medio siglo, Cuba ha logrado no sólo subsistir, sino que ha avanzado en su desarrollo científico-técnico.

Esa criminal política, que impide, dificulta o encarece la adquisición por la Isla de múltiples equipos, materias primas y otros recursos, afecta en sentido general el proceso socio-económico de la nación, pero es particularmente cruel y condenable cuando se trata de sectores de especial impacto en la población como la salud.

No obstante ese colosal obstáculo, la pequeña nación caribeña se ha ubicado al nivel de los países más desarrollados del mundo en indicadores básicos de desarrollo social, como la mortalidad infantil, ha garantizado a su población una asistencia médica generalizada y gratuita y desarrolla diversos programas para avanzar en la lucha encaminada a prevenir, controlar o erradicar diversas enfermedades.

Un buen ejemplo de ello son las acciones que ha impulsado el sistema de salud cubano para enfrentar la diabetes mellitus, una patología que en los últimos años se ha incrementado de forma alarmante a nivel planetario, hasta convertirse en una epidemia del siglo XXI.

Actualmente el número de diabéticos en el mundo se estima en más de 200 millones de personas, y los pronósticos para el 2025 auguran que la cifra superará los 300 millones. Precisamente hoy 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes, instituido por la Federación Internacional de la Diabetes y la Organización Mundial de la Salud para recordar el aniversario del nacimiento del científico Frederick Banting, quien junto a Charles Best desempeñó un papel determinante en el aislamiento en 1922 de la insulina, hormona indispensable en el tratamiento de los afectados por esta enfermedad.

En ocasión de esta efeméride, en Cuba se continúan impulsando diversas medidas que se han venido aplicando en todo el país durante los últimos años no sólo para tratar la patología, sino para crear conciencia en la población de la importancia de prevenirla y controlarla con hábitos de vida más sanos, entre ellos practicar ejercicios físicos desde edades tempranas para evitar el sedentarismo, y una dieta balanceada, libre del exceso de grasas, azúcares y carbohidratos.

Con esos fines se han creado en todo el país Centros de Atención y Educación al Diabético, que cuentan con consultas multidisciplinarias en las cuales se orienta a los aquejados de esta afección crónica sobre los hábitos de vida y alimentación que deben seguir para controlar la enfermedad, a lo que se une una amplia divulgación en las unidades asistenciales y en los medios de difusión masiva del país en torno a las medidas para prevenirla.

Gran repercusión nacional e internacional ha generado en los últimos tiempos el empleo del medicamento Heberprot-P, un producto biotecnológico desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba, que es considerado hoy la única alternativa para evitar la amputación de las extremidades en diabéticos con lesiones terminales, pues una de las complicaciones más temidas de la diabetes, por lo que afecta la calidad de vida del paciente, es la aparición de úlceras en los miembros inferiores, un problema que casi siempre culmina con el llamado pie diabético y en muchos casos con la amputación.

Debido a su probada efectividad, este fármaco se aplica ya en unas 200 unidades asistenciales a lo largo y ancho de la Isla, y su uso se extiende progresivamente en otros países del mundo.

En su conjunto, los resultados que se obtienen con estas acciones para enfrentar la diabetes mellitus, una patología tan extendida y que amenaza con crecer progresivamente, ubican a Cuba entre los países punteros en la lucha por controlar y prevenir la afección.